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Dossier Construcción: Por una ciudad moderna y habitable

Frente a la continua afluencia de habitantes hacia la ciudad de Buenos Aires, el Gobierno local busca soluciones modernas y sustentables de viviendas dentro de un proyecto integral de ciudad más “humana”. Hablamos con Juan Maquieyra, presidente del Instituto de la Vivienda de la Ciudad, el ente responsable de llevar adelante la política habitacional porteña.

Durante estos últimos años, los porteños vieron cómo su ciudad se transformaba al ritmo de megaproyectos que generaron un cambio rotundo en la dinámica urbana. Algunos están relacionados con la movilidad –el Paseo del Bajo, la Red de Expresos Regionales (RER), el soterramiento del ferrocarril Sarmiento o la ampliación del Aeroparque Jorge Newbery–, mientras que otros ponen el foco en la política habitacional de la ciudad. Allí es donde interviene el Instituto de Vivienda de la Ciudad (IVC), cuyos principales objetivos son brindar una respuesta al déficit habitacional –que alcanza a unos 130.000 hogares–, de equipamiento comunitario, infraestructura y servicios; promover el derecho al hábitat; garantizar la regularización y optimizar la administración de la cartera de adjudicatarios. Juan Maquieyra, quien preside el IVC desde 2016, amplía detalles.

El rol del IVC se hizo más visible en estos últimos años. ¿Cuál es su misión?

El instituto está a cargo de la política de vivienda de la ciudad de Buenos Aires y desarrolla tres líneas principales de trabajo: la primera comprende los proyectos de urbanización e integración de barrios populares; la segunda contempla la puesta en valor de los grandes complejos que fueron construidos en las últimas décadas y que actualmente tienen problemas; y la tercera implica garantizar el acceso a la vivienda de la clase media, mediante el alquiler o la adquisición a través de créditos.

Efectivamente, ¡se vio cómo las villas se transformaban en barrios!

Eso tiene que ver con la primera línea, donde tenemos como objetivos garantizar que la gente tenga acceso a una casa en un barrio popular, y que ese barrio esté integrado a la ciudad, conectado en términos de transporte y servicios básicos. A eso se suma el objetivo de integración socioeconómica en coordinación con el Ministerio de Desarrollo Humano, brindando opciones de trabajo, acceso a la salud y la educación.

¿Es un gran cambio con respecto a las políticas que solían llevarse adelante?

Sí, tanto en la Ciudad de Buenos Aires como en la Argentina en general, cambió la mirada. En nuestro caso, son dos los principios que nos rigen ahora. Para empezar, hoy se promueven estos procesos de urbanización e integración priorizando el arraigo de vecinos y vecinas al barrio. Antes, se buscaba principalmente mudarlos de allí. El segundo punto es la participación: implementamos mesas de gestión participativa que involucran a los vecinos y vecinas en la toma de decisiones. La mirada de arriba hacia abajo que tuvo tradicionalmente
el Estado no fue eficaz. Hoy planteamos junto a ellos preguntas tales como “¿Dónde van las casas nuevas?”, “¿Cuáles son las que demolemos para que se abran calles?”, “Cuáles son los criterios de adjudicación, es decir, ¿quiénes se mudan primero y por qué?”. Hemos desarrollado toda una metodología participativa novedosa y a gran escala.

¿Se inspiraron en el ejemplo de otras ciudades con las cuales tuvieron intercambio?

Entre los más interesantes que hemos seguido se encuentran los de Medellín, Río de Janeiro e incluso Bogotá con su política de suelos. Sin embargo, en el IVC hemos decidido llevar la participación a un nivel de masividad, profundidad y eficacia que no existe en otros lugares, y en cierta forma estamos a la vanguardia en este tema, como es el caso de la Villa 20, en el sur de la ciudad, donde viven treinta mil personas. Además, todos estos procesos tienen su marco normativo, la Legislatura porteña adoptó leyes, que fueron hasta diseñadas conjuntamente con vecinos y vecinas de cada barrio que establecen la metodología de trabajo, consulta constante y acuerdos necesarios para el efectivo avance de cada etapa del proceso de integración sociourbana, que hace a los procesos robustos y sustentables en el tiempo.

¿Cuáles son los grandes logros en materia de urbanización de barrios populares?

Ante todo, haber construido en tres años un total de 4500 viviendas de calidad; hemos abierto ocho calles en consenso con los vecinos; hemos provisto de la infraestructura de servicios básicos a muchos sectores de la ciudad; hemos comenzado a acompañar la integración socioeconómica en función de las identidades de cada barrio. También dada la legitimidad de las mesas de gestión participativa que hemos conformado, hoy en día en la actual situación de pandemia, son una herramienta crucial tanto para administrar la entrega de comida, el manejo de los enfermos/as como todo tipo de emergencias.

El IVC también poner el foco en la clase media. ¿Cuáles son las propuestas destinadas a esa franja social?

Trabajamos sobre el crédito y el acceso a la propiedad. Durante los años 2016 y 2017 ofrecimos varias líneas de crédito interesantes que funcionaron muy bien: por ejemplo, en el caso del Barrio Olímpico, construido en el marco de la Juegos Olímpicos de la Juventud, donde ya se entregaron más de mil departamentos. Sin embargo, la crisis cambiaria hizo desaparecer la posibilidad de créditos: por ello, hoy quizá se destaca más todo el trabajo que veníamos y seguimos realizando sobre alquileres en la ciudad, para que sea más fácil y no tan caro acceder a un departamento. Se votó una ley para que las inmobiliarias no puedan cobrarles comisiones a los inquilinos e inquilinas, el IVC realiza controles de los contratos de alquiler, se avanzó muchísimo en cuestiones de acceso a la información tanto para dueños y dueñas como inquilinos, y estamos trabajando junto al gobierno nacional en una ley de alquileres.

Usted mencionó que el IVC está trabajando en la remodelación de edificios existentes.

En los edificios que se construyeron durante las décadas pasadas, en muchos casos se entregaron los departamentos sin escriturar o en algunos casos poseen un avanzado estado de deterioro edilicio. Estamos hablando de edificaciones donde viven unas 100.000 personas.

¿Hoy los materiales y parámetros de construcción cambiaron?

Totalmente. En el caso de los barrios populares estamos construyendo edificios de planta baja más tres pisos para que no sea una obligación tener ascensores, que son costosos en mantenimiento y por ende repercuten en los costos mensuales de las familias que los habitan. Queda a decisión de los consorcios que se conforman la posibilidad de incluirlos. A su vez, usamos determinados ladrillos, que perduran más, y paneles solares. Además, pensamos la orientación de las ventanas para una mejor calefacción y luz natural durante el invierno; organizamos consorcios que no excedan las 32 unidades para involucrar mejor a los vecinos y vecinas en las decisiones sobre el edificio, su mantenimiento, su cuidado. Y, en todos los casos, los nuevos habitantes se mudan con la escritura de las viviendas en mano, lo que genera un sentido de apropiación y pertenencia muy fuerte.

Desde hace unos años, Buenos Aires tiene un plan de desarrollo para su zona sur. ¿Eso incluye la parte habitacional?

Sí. Entre los principales proyectos está el desarrollo de un barrio de varias hectáreas en el Parque de la Ciudad, cerca del Barrio Olímpico. También en Parque Patricios existe un proyecto muy grande a nivel nacional, y en Pompeya está Estación Sáenz: en total son casi 3400 viviendas. Incluso, en el propio Barrio Olímpico queda lugar para unas 6000 familias más.

¿Cuál sería su visión de la Ciudad de Buenos Aires para el futuro? ¿Qué piensa del concepto de “Ciudad de 15 minutos”, desarrollado por el urbanista Carlos Moreno y que constituyó una de las propuestas de Anne Hidalgo, la alcaldesa de París?

Creo que es un concepto muy poderoso. Desde el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires nos encontramos muy alineados a estas propuestas. Tiene el potencial de generar, en algunos casos, y en otros profundizar ese sentido de pertenencia a comunidades más chicas, con las virtudes que eso genera en tanto mayores posibilidades de acceso para todos y todas e incluso en tanto redes solidarias. Una ciudad “a escala humana”, donde el ciudadano/a puede acercarse a sus actividades caminando o en bicicleta. De fondo es una línea de pensamiento y de acción que busca garantizar que cada habitante de la ciudad tenga mayores posibilidades para desarrollar su potencial, trabajando, educándose, teniendo acceso a la salud, a actividades culturales, en un radio cercano a su casa, incluso con la transversalidad de lo ambiental y lo saludable a que todo ello conlleva.

 

Fotos: Playón de Chacarita / Urbanización del Barrio 20. Gentileza IVC.

El Barrio 31

El proyecto de urbanización del Barrio 31 fue seleccionado para ser presentado durante la edición 2020 del World Economic Forum de Davos a principios de año. El plan de integración incluye el arreglo de viviendas, la construcción de nuevos hogares y la creación de numerosos espacios verdes. Por otra parte, se implementó un nuevo sistema de recolección de basura e higiene urbana; además, se realizaron obras de pavimentación y desagües cloacales y pluviales, iluminación e instalación eléctrica. En 2019 se inauguró el Polo Educativo María Elena Walsh con una escuela de nivel inicial, una escuela primaria y un centro educativo para adultos; incluso el Ministerio de Educación de la Ciudad mudó su sede al Barrio 31.

En este marco, “Amor por el barrio” fue una muestra de fotos que se expuso en las rejas de la Embajada de Francia de Buenos Aires: es el resultado de cinco meses de trabajo con 30 jóvenes de 13 a 18 años del Barrio 31/Barrio Padre Mugica, que fueron capacitados por el fotógrafo franco-iraní Reza y cuatro colegas locales. El objetivo era que aprendieran a capturar, desde su propia perspectiva, su vida cotidiana, su vecindario y sus viajes. Próximamente se editará también un libro, que incluye fotos de los jóvenes y textos de alumnos del Liceo Franco Argentino Jean Mermoz. Los talleres se inscriben en una iniciativa de cooperación franco-argentina entre la Embajada de Francia en Argentina, Veolia y el Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires cuyo eje pasa por la integración social, cultural y urbana. Veolia tiene también en vista el proyecto de una escuela de arte y oficios integrada al barrio.

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