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Macri, un cambio (casi) sin antecedentes - Panorama Diciembre 2015

Primer presidente electo no peronista y no radical de la historia moderna del país, el nuevo Jefe del Estado enfrenta un escenario complejo pero favorable. La economía será el gran desafío del 2016.

La victoria de Mauricio Macri el 22 de noviembre de 2015 marca un hito en la vida política argentina. Es sólo la tercera vez que un candidato a la presidencia derrota al peronismo en 70 años de existencia del movimiento fundado por Juan Perón, después de 1983 con Raúl Alfonsín y 1999 con Fernando de la Rúa. Es decir, también, que es la primera vez que el peronismo es vencido por un no radical, y la primera vez desde la instauración del sufragio universal en la Argentina que es electo un presidente que no es peronista o radical. Por otra parte, Macri es el segundo presidente de la historia moderna del país que no es abogado, y el primero que no es egresado de una universidad pública. Su llegada al poder es reveladora de cambios
profundos en la sociedad argentina.

Avance sin prisa pero sin pausa
Señalemos también que la victoria de Macri es la de un partido, el Pro, o Propuesta Republicana, fundado por él hace apenas más de 10 años. Única formación política creada después de la crisis de 2001, logró en muy poco tiempo quebrar la hegemonía compartida durante décadas por dos partidos nacidos en el siglo pasado. Sin duda porque supo atraer a líderes sociales sin compromiso político previo, como la actual vicepresidenta Gabriela Michetti, y la nueva gobernadora de la provincia de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, dos mujeres estrella de la galaxia Macri, así como a muchos cuadros del mundo empresario, y a funcionarios de origen radical o peronista. Pero Macri ganó en nombre de una alianza, Cambiemos, en la que el Pro estuvo acompañado por la Unión Cívica Radical (UCR) y la Coalición Cívica, emanación del radicalismo. La formación de este frente demuestra que el hoy presidente entendió que su intento de renovación de la política argentina necesitaba del refuerzo de una de las dos grandes fuerzas tradicionales del país, la cual, pese a su histórico declive, le aportó en las provincias una penetración indispensable para alcanzar la victoria.

El peso del cambio
Si bien fue correctamente aconsejado, especialmente por su jefe de campaña, Marcos Peña, y su asesor en comunicación, Jaime
Durán Barba, de más está decir que el factor personal del candidato fue fundamental en el camino que lo llevó a la presidencia. Macri supo cambiar. En pocos meses, mejoró notablemente su oratoria, y le dio contenido, si no precisión. Sus visitas a vecinos de todo el país lo acercaron a la gente y le permitieron entender mejor las preocupaciones de los ciudadanos de a pie.

Mauricio Macri hizo campaña por el cambio, pero tuvo la inteligencia de pronunciarse a favor de la continuidad de ciertas políticas sociales y económicas que recogían la adhesión de muchos argentinos, más allá de los seguidores del gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Daniel Scioli, su adversario, se presentó como el garante de la continuidad a la vez que anunciaba cambios no muy diferentes de los que proponía el futuro ganador de la contienda. Y ambos se hicieron eco de las propuestas de Sergio Massa, candidato del “camino del medio” y que quedó en tercera posición en la primera vuelta. Está claro que la Argentina votó mayoritariamente al centro y que la idea de un país dividido en mitades casi iguales (el 51,3% de Macri y el 48,7% de Scioli) no se corresponde con la realidad. Salvo en los extremos, “revanchista restaurador” por un lado, “ultra kirchnerista” por el otro, los electores quisieron poner fin a un ciclo de 12 años para abrir una nueva etapa de cambio moderado, que lleve a la solución de algunos problemas económicos urgentes en un marco de mayor institucionalidad y diálogo.

De hecho, aun si no lo quisiera, el nuevo gobierno estará obligado a buscar el consenso y ampliar alianzas, ya que no tiene mayoría en Diputados y el Senado sigue dominado por el peronismo. Por otra parte, si bien el Frente para la Victoria sigue al mando en la mayoría de las provincias, los cinco distritos más importantes del país son gobernados por el Pro y sus aliados (Buenos Aires, Capital Federal, Mendoza) o por fuerzas que no le son hostiles (Córdoba y Santa Fe). La situación es compleja, pero no desfavorable a Macri, especialmente si se maneja bien en los tradicionales 100 primeros días de estado de gracia de todo nuevo presidente.

La composición del nuevo gabinete
Del gobierno que entró en funciones el 10 de diciembre se puede decir que está compuesto en su mayoría por hombres y mujeres (demasiado pocas, quizás) de confianza del nuevo presidente. El jefe de gabinete de ministros, Marco Peña, sin duda ejercerá de forma más efectiva que sus antecesores la necesaria coordinación de la acción gubernamental. Pero no será un super ministro, como no lo serán tampoco los titulares de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat-Gay, y de Interior, Rogelio Frigerio. Se espera un trabajo de equipo, conforme al funcionamiento que puso en práctica Mauricio Macri en la Ciudad entre 2007 y 2015. Cabe destacar el nombramiento de Susana Malcorra como canciller. De larga carrera en las Naciones Unidas, podrá aportar su experiencia para resolver las tensiones existentes en el ministerio y acompañar el giro de las relaciones exteriores de la Argentina respecto del llamado eje bolivariano. Vale saludar, también, la continuidad de Lino Barañao al frente de la cartera de Ciencia y Tecnología, que recompensa una buena gestión y un logro importante del gobierno de Cristina Kirchner. ¿Y la economía? Es, obviamente, el gran desafío. Aunque las primeras medidas puedan generar escozor y hasta temor en ciertos sectores, más allá del aplauso del mundo empresarial hay que darse tiempo para juzgar. Se supone que Macri y su equipo económico reflexionaron sobre los errores de aquellos que en el pasado confiaron en resolver los problemas con terapias de shock. En su entorno se habla más de desarrollismo que de liberalismo. La página está abierta. Se escribirá en los próximos meses, especialmente a partir de marzo del 2016.

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