Dossier: Economía circular, de la teoría a la práctica
La economía circular –con ayuda de las nuevas generaciones– es un elemento vital para modelar un esquema de negocios sostenible, con un uso eficiente de recursos y respetuoso del medio ambiente.
Pete Seeger fue un músico estadounidense de los años 60 que, durante su carrera artística, manifestó su compromiso social y ambiental. A él se le atribuye la siguiente frase, extraída de una de sus canciones: “Si no se puede reducir, reutilizar, reparar, reconstruir, reciclar o compostar, entonces debería ser rediseñado, prohibido o eliminada su producción”.
Tales palabras son fácilmente asociables a una necesidad que hoy se reconoce ampliamente: redefinir la manera de administrar los recursos disponibles en nuestro planeta. Hace décadas que venimos siendo testigos de un crecimiento extraordinario de la demanda de recursos para la producción de bienes y servicios, producto de la creciente industrialización de las economías mundiales emergentes, y también debido al alto consumo de esos mismos recursos en los países desarrollados. En línea con esta afirmación, el informe “Circularity Gap” de la organización CircleEconomy, indica que solo un 9% de los minerales, combustibles fósiles, metales y biomasa que ingresan a la economía se reutilizan. La extracción de materias primas para incorporar a los procesos productivos sigue creciendo de manera exponencial e inconsistente con la capacidad de nuestro planeta.
Lo que hasta hace poco podía parecer como una oportunidad, hoy es una obligación para las empresas. Pasar del modelo lineal de producción de bienes y servicios a un modelo circular, donde se maximice el aprovechamiento de los recursos disponibles, es necesario para asegurar la vigencia de la organización en el tiempo; adoptar genuinamente un enfoque de gestión que sea “sostenible”. Además de todo lo mencionado con respecto al consumo de recursos naturales, disposición de residuos, emisión de gases de efecto invernadero, etc., es muy importante tener en cuenta el cambio que se observa en los valores y la conciencia social del público consumidor. Hoy es imperativo que las organizaciones afronten un serio análisis del ciclo de vida de sus productos y servicios, así como también de sus operaciones en general para mejorar en todos los aspectos, lograr un eficiente consumo energético y reducir sus residuos a la
mínima expresión posible.
El papel de los jóvenes
La generación millennial –que, se estima, representará el 75% de la fuerza laboral mundial en 2025– se interesa por el propósito y los valores que defiende la empresa para la cual trabajan. Según la última encuesta de Deloitte, “Tendencias globales de capital humano 2018”, tres de cada cuatro encuestados creen que las compañías están demasiado centradas en sus propias agendas y no prestan suficiente atención a los problemas de la sociedad. Un modelo de desarrollo económico basado en la economía circular podría conectar, entonces, con la filosofía de los millennials, actores relevantes en nuestra economía actual y venidera.
Por todo lo expuesto, adoptar un enfoque alineado con los conceptos de la economía circular representa una gran oportunidad para cambiar los modelos de producción, de operación y de consumo. De esta forma, podría ser una realidad el logro de las metas planteadas en los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), al igual que los objetivos marcados en el Acuerdo de París para limitar el aumento de la temperatura a 1,5° C respecto de los niveles preindustriales, buscando así mitigar los efectos del cambio climático.
Este tipo de iniciativas claramente ofrecen riesgos, pero también abre a nuestras organizaciones interesantes oportunidades de negocio que no se pueden ignorar y que beneficiarían al planeta, la sociedad donde operamos y la economía en general, mediante la generación de nuevos puestos de trabajo. Por todo esto, no es casualidad que el concepto de economía circular desde hace tiempo viene ocupando un lugar relevante en la agenda anual del Foro Económico Mundial en Davos.
Autor: Alfredo A. Pagano